Somos peregrinos y caminantes, y necesitamos acompañarnos unos a otros a descubrir el sentido de nuestra existencia.

Por medio del acompañamiento espiritual nos acompañamos mutuamente en el camino de encuentro con la verdad de nosotros mismos, con los hermanos, con Dios y con toda la creación. Camino de crecimiento hacia la madurez humana y cristiana que nos conduce a una vida feliz y plena, gozando del fin para el que fuimos creados.

Aprender a acompañarnos es una exigencia de nuestro tiempo. Ya no es más privilegio de unos pocos o exclusivo a un estado de vida, sino un llamado a todos los hombres que queremos compartir con los hermanos el pan de nuestras vidas cotidianas y hacernos compañeros del camino.

El acompañamiento espiritual resplandece en nuestra Igleisa como un nuevo ministerio, un servicio de amor, fruto del Espíritu que sopla en el corazón de sus hijos, invitándolos a vivir en comunión.

Acompañamiento espiritual

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Por medio del acompañamiento espiritual nos acompañamos mutuamente en el camino de encuentro con la verdad de nosotros mismos, con los hermanos, con Dios y con toda la creación. Camino de crecimiento hacia la madurez humana y cristiana que nos conduce a una vida feliz y plena, gozando del fin para el que fuimos creados.

Aprender a acompañarnos es una exigencia de nuestro tiempo. Ya no es más privilegio de unos pocos o exclusivo a un estado de vida, sino un llamado a todos los hombres que queremos compartir con los hermanos el pan de nuestras vidas cotidianas y hacernos compañeros del camino.

El acompañamiento espiritual resplandece en nuestra Igleisa como un nuevo ministerio, un servicio de amor, fruto del Espíritu que sopla en el corazón de sus hijos, invitándolos a vivir en comunión.